Decía Miguel Hernández que para mayo las guitarras se desabrigaban con cintas amorosas para relinchar con anhelo en sus paseos de serenata. Y antes de que éstas toquen a rebato con el coro de los exámenes finales, los alumnos del Colegio de San Vicente de Paúl de Zaragoza, han vindicado con vehemencia el protagonismo que les brinda la primera semana completa del mes de mayo.
El Colegio, se envuelve como un caramelo entre un sinfín de actividades que nos sirven para conmemorar la Semana Europea, nuestras jornadas deportivas y la celebración por la beatificación de la cofundadora de las Hijas de la Caridad: Santa Luisa de Marillac.
Así, el Centro acoge a lo largo de toda la semana un mercadillo solidario en el que los padres de nuestros alumnos toman el testigo del servicio y del buen hacer. Ciertamente, resulta gratificante ver como se vuelcan devolviendo el cariño con el que se insufla el talante de nuestros alumnos a lo largo de todo el curso. Todo el dinero recaudado, tiene como objeto ayudar a la escuela “La Morita” de Nicaragua.
La Asociación de Madres y Padres de Alumnos también ha contribuido a engrandecer la propuesta que integramos para los alumnos gracias al tradicional concurso de redacción y dibujo. En su temática, pretendía hacer hincapié en un consumo responsable y en la economía del Medio Ambiente. La excepcional importancia que plantea este tema en la formación periférica del alumno, converge con la cada vez más urgente necesidad de actuación social a este respecto. No solamente entre la actual sociedad civil; también entre los más jóvenes, que han de capitanear un futuro entregado a un maremágnum de deshechos y de naturaleza vestida de artificios.
Esta semana, como calma que precede a la tormenta, acoge el torneo final en el que se dirime el Campeón de Primavera. Torneo que tendrá como guarnición un circuito de juegos tradicionales a la medida de la audacia, reacción y reflejos de nuestros alumnos.
Si importante es caminar en la buena dirección hacia horizontes que ya vislumbramos; también lo es vivir y honrar el camino ya descubierto bajo nuestros pasos. Cada uno de sus requiebros nos han forjado con la identidad que ahora exhibimos. Y a lo ancho y largo del mismo, hemos conocido y nos hemos reconocido en los demás. Por ello, desde el Centro se ha pretendido profundizar en la importancia que suponen los juegos tradicionales y el deporte como herramienta de construcción identitaria y formación integral en una Sociedad en permanente estado evolutivo.
La socióloga zaragozana Celia Marcén, nos acercaba así el proyecto GEO-LUDENS. Como un conglomerado de juegos tradicionales europeos. Juegos medibles, visuales y reconocibles, en una charla-taller sobre los valores transversales del deporte y su experiencia a través de años de competición al más alto nivel. El proyecto, que se enmarca dentro de las actuaciones de la Unión Europea por el deporte, se vio acompañado de distintos talleres de alimentación con el objeto de promover la autoconciencia del alumnado hacia un estilo de vida saludable y sostenible con el Medio.
La semana habría de poner su broche con los días de Santa Luisa de Marillac y con la Carrera Solidaria.
El Colegio se llenaba de disfraces con una vocación clara: conmemorar la igualdad dentro de la diversidad y promover el espíritu colaborativo que emana de los Juegos Olímpicos. Un espíritu universalista que se desprende de una sociedad que camina hacia la construcción de un tejido social igualitario en género y oportunidades en tanto que vida vivida. Algo que conocen muy bien nuestros alumnos.
La carrera solidaria, habría de cerrar nuestra Semana Grande. Ésta, tendría como objeto promover la convivencia entre alumnos de Primaria y aquellos de Secundaria; a la vez que de contribuir mediante “patrocinios” con el proyecto de la escuela nicaragüense de “La Morita”. El Parque Bruil se poblaría de camisetas naranjas estampadas con el logo de San Vicente de Paúl y de “escuelas promotoras de salud” para servir como escenario de carreras y convivencia.
Decía el cabrero de Orihuela que tras ese romancillo de mayo se escondía la juventud de los doce meses; como de una memoria de sol y como un sonido de valiente. Así aguarda el fin de curso; con la melodía de una serenata que habrá de aguardar un paso más, el último, en el camino que emprendimos el mes de septiembre.