La guerra
Hola, me llamo Sandra, tengo 19 años y actualmente vivo en una sencilla ciudad lejana en un país desconocido con mi hermano pequeño, Pablo, y hoy, os voy a contar mi historia:
Todo empezó un 28 de marzo de 2011, yo por aquel entonces tenía 13 años y vivía en un orfanato de mi cuidad junto con mi hermanito de 3 años. Nuestros padres habían fallecido hace 1 año debido a una explosión de gas que había sucedido al lado de nuestra casa, cuando nosotros estábamos jugando en la calle. Bueno, volvamos al 28 de marzo, ese día Pablo y yo estábamos en el colegio, a ambos nos gustaba mucho ir ya que era una manera de realizar una de las actividades que más nos gustaban, aprender. Estaba en tercera hora cuando, de repente, se escuchó una explosión lejana. La profesora se asustó un poco, pero no le dió mucha importancia y siguió explicando. A los minutos, se volvió a escuchar otra explosión, pero esta vez más cerca. La señora González se estaba empezando a poner nerviosa, ninguno de los alumnos sabíamos de que se trataba pues nos mirábamos con caras de duda todo el tiempo. Al rato, otra, y otra, y otra, hasta que por fin se escuchó lo suficientemente cerca para que la profesora nos sacara a todos de clase y nos llevara al recreo, al parecer a todos los profesores se les ocurrió la misma idea de llevarnos al recreo a cada clase. Pero era extraño, no lograba encontrar a mi hermano. No le dí importancia, supuse que simplemente no lo estaría viendo debido a la multitud.
En el recreo nos empezaron a explicar que era lo que ocurría, al parecer la guerra había llegado para nuestra ciudad. Nos explicaron que iban a llevarnos a cada uno a nuestros respectivos hogares para estar seguros y protegidos. Justo en ese momento pasó, ocurrió el suceso que cambió mi vida para siempre. Empezaron a entrar hombres con pistolas y comenzaron a disparar. Disparaban a todo lo que se les ponía por delante, daba igual si era niño, adulto, bebé, anciano que perro. En aquellos instantes lo único que podía pensar era en mi hermano ¿dónde estaría?. Decidí arriesgar mi vida y buscar a mi hermano entre los cuerpos, no lo encontraba, seguí buscando hasta que me dí por vencida. Cuidadosamente, entré al interior del colegio, necesitaba salir de allí. Caminaba llorando, observando los cuerpos de todos mis amigos y compañeros muertos tirados en el patio y pensando en Pablo. Al fin, mientras corría por uno de los pasillos hacia la salida, me topé con mi hermano.
-Gracias a dios – Susurré para que no me oyeran los hombres con pistolas
Cogí a mi hermano y lo abracé como si no hubiese un mañana. Seguidamente, le expliqué que teníamos que salir de allí para buscar un lugar seguro.
Cuando conseguimos salir del colegio, corrimos por una de las avenidas principales de nuestra ciudad que llevaba a nuestro orfanato. De repente, una mujer me cogió del brazo y me dijo que fuese con ella, la mujer me resultaba familiar pero no sabia de que la conocía. Me explicó que el orfanato había sido bombardeado, que se llamaba Ana, que era una amiga de mi madre y que a partir de ahora íbamos a vivir con ella en un lugar seguro. La mujer ya era bastante mayor, unos 60 años, pero era la persona más fuerte y cariñosa que he conocido en mi vida.
A partir de entonces, empezamos a vivir con ella en una pequeña casita. La guerra continuó, no paraba, cada día moría un montón de gente. Todo el mundo vivía asustado, sin saber si ese iba a ser su último día de vida. Ana falleció en el 2016 de una gastroenteritis muy fuerte, ya que, debido a los pocos recursos médicos que teníamos, no pudo sobrevivir.
Desde aquel momento, mi hermano y yo vivimos solos en esta casa. La vida es muy dura aquí, pero hay que ser fuertes y hacer lo que sea para sobrevivir. Mañana partiremos en una embarcación con otras 40 personas hacia un país en mejores condiciones. La gente dice que es un poco peligroso, pero prefiero morir intentando sobrevivir, que morir aquí.
Vale. Ahora cambiemos todo. Y si en vez de Sandra, me llamo Hala; mi hermano, Mohamed; Elena, Houda y mi profesora, fuese la señora Mukhtar. Y que pasaría si esa ciudad lejana de un país desconocido fuese Al Raqa, situada en Siria. Todo cambiaría.
Vivimos en una sociedad tan centrada en el `yo´ que nos somos conscientes de lo que está pasando a nuestro al rededor. Hoy en día, mueren muchísimas personas en países en guerra, como Siria, y hay millones de personas sufriendo y luchando día a día para sobrevivir, personas que se cruzan todo el mediterráneo en condiciones inhumanas para encontarse con países que los rechazan, y, con un poquito de suerte, con campamentos para refugiados, aunque sigan en malas condiciones.
Hay que empezar a mirar un poco por los demás y no sólo en nuestro ombligo, porque el día que nos toque a nosotros, no habrá nadie para ayudarnos.
Marta Ferrer Berdor
Alumna de 3º de ESO